En febrero de 1997, grabamos en Amsterdam el CD "Tiempos viejos" (Syncoop records) junto al Quinteto Bailongo. Meses antes, durante la pre-producción, mientras seleccionábamos la música para el disco, decidimos incluír una canción inédita de Astor Piazzolla con texto de F.Bagalá titulada "Alienación". Esta partitura dormía en un cajón de la Editorial Pagani, en Roma, en donde el guitarrista del quinteto, Rob Bangert, la había hallado formando parte de diversas obras que Piazzolla escribió no ya para el género del Tango sino con intenciones de incluírla en el repertorio clásico y no había sido nunca grabada. La partitura original que tuve en mis manos está escrita para barítono y piano a manera de lied. Así fue que nos dispusimos a trabajar sobre ella respetando lo escrito por el autor, es decir, desde el punto de vista clásico, sin modificar lo escrito en esas partes. Tomé la desición de tender al fraseo y a una impostación leve en la emisión de la voz en la tercer toma de estudio. Aquí, entonces, la única versión que existe del tango de Astor Piazzolla y F. Bagalá "Alienación", que tuve el placer de grabar e interpretar en largas giras junto al pianista Lucas de Bruin. Tal vez esta obra, escrita en 1981, cobra una especial actualidad en los tiempos que vivimos.
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Alienación
Un sol con otro sol con otro más,
ayer igual, mañana igual,
siempre la misma alineación,
el tiempo pasa en cantidad,
hora más hora sobre hora.
Un paso y otro paso a caminar
de una pared a otra pared,
de la ventana hasta el rincón,
siguiendo el rastro de tu olor,
tocando el aire de tu sombra.
Un sol con otro sol,
vivir hay que vivir,
habrá que acostumbrarse a ser fantasma.
Salir a no pensar,
volver para dormir.
Dormir es una forma de escapar...
Total, no soy el único al final
que solo trata de durar en paz.
No quiero nada más.
No habrá ninguna fuga
que valga por tu piel, tu vuelo,
tu manera de sentir.
¿Con qué imaginación,
con qué palabra nueva,
se puede reemplazar amor
que completaba tanto?
Hora sobre hora sigo,
un paso y otro paso.
Aquí te guardo y yo me quedo
fantasma con un sol,
con otro sol,
viviendo en vos
de la ventana hasta el rincón.
Tu olor aquí, tu sombra allá.
Alineación de ayer igual,
mañana igual.
Un paso y otro paso a caminar
cruzando toda la ciudad,
amontonado en el montón,
el tiempo es una fijación
hora más hora sobre hora.
Un día y otro día y otro más
de una pared a otra pared,
detrás del ruido diagonal,
hasta sentarse en un café,
con la cabeza en otra cosa.
Un día y otro más
vivir hay que vivir
cuestión de acostumbrarse a ser fantasma.
Pensar en no pensar,
dormir para dormir.
Dormir es una forma de escapar...
Total, no soy el único al final
que solo trata de durar en paz.
Francisco Bagalá
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Sociedades puritanas son aquellas que generan expresiones como la pornografía, el culto por la decadencia, la afección por lo degradado. De una manera infantil, pero profundamente perversa, se aplaude al artista que, en principio, muestra en escena los jirones de su existencia como si en ese acto exhibicionista, costumbre puritana, se convirtiera en el cordero en sacrificio por los estragos que la sociedad capitalista, cruel e insensible, produce sobre estas almas vulnerables. Vulnerables, sí, e imagen del fracaso individual frente a la tremenda presión del sistema. Como en las pantomimas del payaso de circo que no para de caerse de sus zapatos, el artista de la decadencia se desangra, sea por medio de la voz en el canto o por el desaliño calculado con marcas de moda, para que el público se sienta un poco mejor acerca de sí mismo, acerca de su culpa lavándose en este sacrificio organizado, producido. La mentira estriba ahí mismo, nada de eso es real, y no es que se pretenda que el arte tenga algo que ver con la realidad pero si con la autenticidad. El artista realmente comprometido se halla cooptado por la existencia de la verdad. Una verdad, claro, que trasciende lo perentorio del mundo. Cuanto más imponente es la moral de una cultura, más adorada será la representación de la decadencia. Entonces, si el arte en cuestión es cantable, será la voz empobrecida y castigada la que haga creíble, para los puritanos moralistas, que en cada canción se esté operando una pregunta acerca de uno mismo y los demás. Frente a la actitud de sacrificio, el público pacato y prejuicioso siente que lava sus culpas por negar o repeler la existencia de los sensibles. Y en ese acuerdo tácito, el artista miente y manipula la verdad de un arte para llenarse los bolsillos, y el puritano público aplaude –no sabe más que aplaudir- buscando creer que, por ejemplo, el Tango es whisky, carreras, cocaína y mujeres. Pero hay un problema, el Tango no es cool.