viernes, 29 de agosto de 2008

Ecce homo (¿despenalizar o penalizar?)


La historia de las drogas es, también, la de una hipocresía. Por un lado, Nietzsche cerraba el capítulo acerca del teatro en La ciencia alegre (o gaya ciencia) con esa especie de súplica: “¡Hacer del teatro y de la música el hachís y el opio de los europeos! ¿Quién nos contará alguna vez la historia de los narcóticos, que es casi la historia de la "cultura", de la denominada cultura superior?”; por el otro, el mundo es una repre-sentación, la convivencia aceptada entre aquello reprimido y el alcohol, el tabaco ,la televisión, etc. Claro, el punto no está ahí sino en lo adictivo. Sin necesidad de huída del mundo no habría drogas, sin necesidad de suplantación de un vacío no habría drogas. Las drogas y la música serán los elementos más utilizados para llevar a cabo esta huída, la computadora el catalizador de esa angustia en la abstinencia convirtiéndose, a la vez, en transporte para la “navegación” hacia horizontes difusos. De esta manera, la historia de las drogas puede ser la historia de una navegación, de un “viaje”. Desde aquellos primitivos chamanes con sus viajes iniciáticos provistos por una incipiente homeopatía y con la conciencia de su límite, acotado al interior, lo que hacía al ritual, hasta la actual navegación virtual ilimitada, las drogas estuvieron siempre comprometidas en el proceso de algún modo. La historia de una abstinencia. Por otro lado, nadie decide ser adicto. La droga sustituye, en su ritual, el culto por el dinero y el éxito con sintética satisfacción. No es la despenalización ni la penalización el instrumento para abordar el tema de las adicciones. Estas alternativas sólo tienen que ver con el negocio de las drogas, de los dealers, de los transas, de los verdaderos cultores del dinero y el éxito que arman su ritual sacrificando a los pobres adictos empobrecidos: en el plano legal cualquier modi-ficación tiene que ver con una plusvalía y no con el estado de salud de los consumidores. Para que no haya adictos a las drogas tendría que abolirse el culto a la personalidad, la acumulación de dinero y la imposición social en ganarle a un adversario (el otro, el mismo), en lo que sea y a toda costa, para ser.

©Fabián Russo.

jueves, 21 de agosto de 2008

El Tango del Vampiro


De los tangos y poemas tangueados escenciales que a lo largo de estas décadas escribió Luis Alposta, rescato (sin desmedro de sus obras en libro o las grabadas por Edmundo Rivero, entre otros) éste que escribiera hace ya tiempo y que él mismo me hiciera conocer en la voz de Juan Sebastián, artista del arte supremo del recitado que lleva en las vocales el alma secreta del maestro parmesano Amleto Vergiati, alias Julián Centeya. A quienes, como a mí, les atraen las rarezas profundas y originales, con el guiño porteño que hace a la Tanguidad, éste poema acerca de la imposibilidad del deseo se le hará agua en la boca, o quién sabe qué otro fluído...

Tango del Vampiro

Escucho a un fueye que me asegura
que ya es de noche y es noche oscura.

Hoy su rezongo suena a sirena
que está anunciando que hay luna llena.

Este es el tango que con voz ronca
le canto a Lucy al salir del jonca.

¡Lucy! ¡Mi Lucy! Que no hay collares
con que se oculten tus yugulares.

Desde hace siglos no siento el hambre
y hoy sólo quiero beber tu sangre.

¡Conde! ¡Mi Conde!
¡Mi amor prohibido!

Ya desde el día en que la has bebido
mi sangre toda te corresponde.

Si me has herido,
mi flor de anemia
No es esta noche lo que me apremia,
sino la llama que has encendido.

Si algo me quieres,
sólo por eso,

abre la boca con que me hieres
y hoy dame un beso.

El mismo fueye, como si hablara,
me está diciendo que es noche clara.

Ya no es rezongo, ni es la guadaña.
Ni es esa historia de Transilvania.

Este es el tango con voz quebrada
que ahora le canto a mi enamorada.

¡Pero carajo!... ¡Pero carajo!...
¡Quién trajo el ajo!... ¡Quién trajo el ajo!...

¡Tan justo ahora, que sin collares
Lucy me muestra sus yugulares!

Luis Alposta

Audio : http://www.esnips.com/displayimage.php?pid=459915

jueves, 14 de agosto de 2008

Improperio válido para el castellano nuestro

( Tañedor de laúd, Frans Hals)

"Thou whoreson Zed! Thou unnecessary letter!"

King Lear, Shakespeare

Interpretando

exposición a la "mirada" del otro/ propia/ para ordenar el caos
quien interpreta expone el caos
quien interpreta ordena el caos
confesión en tanto el otro ordena el caos con su mirada/ escucha
confesional/ ritual/ repetición/ retorno a los topoi
interpretación/ versión
versus
se escucha "cómo" se dice la "letra"
la letra se mira
cómo dice quien canta
el tango se dice/ confiesa
silencio
me canta.

lunes, 11 de agosto de 2008

Penalizar o legalizar, ¿pasa realmente por ahi?

El uso ritualmente acotado de drogas forma parte, desde el punto de vista psicológico, de las casi desaparecidas prácticas chamánicas. En éstas se concibe el interior humano en la medida en que está ya delimitado, no tanto como esfera anímica cerrada y autónoma, sino como espacio de manifestación y escenario para lo que ha de llegar, acontecer y consumarse.
Al respecto Sloterdijk esboza la tesis de que la filosofía nació cuando los descendientes de los magos se establecieron en la polis y hubieron de acomodarse a las reglas de la intermediación urbana, o cuando señala que, en el momento en que la 'extática' quedó sometida a la retórica, se desarrolló una magia civil cuyos discípulos comenzaron a dedicarse a oficios en apariencia completamente desembriagados, como políticos, oradores, educadores y juristas. Ahora bien, es aquí en Extrañamiento del Mundo donde Sloterdijk propone leer la Historia de la Cultura como historia de la abstinencia. A partir de lo cual, el filosofar pasa a ser concebido como "una forma procesal de la sobriedad" y el análisis antropológico-cultural del problema de las drogas remite a una especie de fenomenología del espíritu propenso a la adicción.
Sloterdijk, en Extrañamiento del mundo, concibe la adicción (a la que diferencia del consumo de drogas como parte de un ritual de extásis o de embriaguez) como una "dialéctica de huida y búsqueda de un mundo", y cita extensamente el libro de Jünger Acercamientos; Drogas y ebriedad o lo que Giddens caracteriza como la "experiencia secuestrada", esto es, un particular intento de suplir la ausencia de experiencias existenciales genuinas, donde encontrar un arraigo para la vida. Quien se hace adicto a los narcóticos es porque carece de motivaciones fuertes en cualquier otra dirección. La droga se impone por defecto, nadie decide ser un adicto (uno no se despierta una mañana enfermo y ya es adicto). La droga tiene un carácter sustitutivo. Sustitutivo del culto al dinero y del éxito intramundano. Quien no pueda acceder a esas drogas sustitutivas es, en el decir de Sloterdijk, arrojado de hecho a las drogas duras. Quien no puede drogarse con grandes cuotas de éxito o dinero simplemente tiene que consolarse con sustitutos químico-farmacológicos, con una felicidad sintética y espectral.


En la ideología clásica y su crítica, el hombre estaba subyugado por las necesidades, sujeto a ellas y se refugiaba en las ilusiones. Ahora ocurre justo lo contrario, vivimos en el lujo y simulamos las necesidades. Es una comedia de la necesidad. Pero debemos precavernos, la palabra droga seguirá siendo una designación defectuosa en tanto la entendamos sólo en su identificación químico-farmacéutica y policíaco-cultural. En el orden del mundo antiguo -chamánico- las "drogas" poseían un estatus fármaco-teológico (ellas mismas eran elementos, actores y fuerzas del cosmos ordenado en donde los sujetos intentaban integrarse con miras a su supervivencia). Las ayudas farmacéuticas son especialmente requeridas en tiempos en que los individuos se sienten enfermos y extraños. En ellas buscan asilo los hombres cuando están persuadidos, por sí mismos o como cuerpo social, de que se presenta una interrupción de la armonía global. De manera que las sustancias psicotrópicas no se utilizan para la embriaguez privada sino que actúan como reactivos de "lo santo", como apertura senso-espiritual a lo demoníaco.


A. Vásquez Roca "Peter Sloterdijk: Extrañamiento del Mundo"

sábado, 9 de agosto de 2008

Soy

Según cuenta la historia, el último tango en el que interviene la inspiración reveladora de Discépolo es Mensaje, dictado desde el más allá al astrólogo Cátulo Castillo una madrugada y musicalizado por Aníbal Troilo esa misma tarde, unos meses después de aquel último encuentro entre Pichuco y el poeta tragicómico que le decía, postrado en una cama de la avenida Callao, "...estoy tan flaco que las inyecciones me las ponen en el gabán...". Sin embargo, hace más de una década, la viuda del poeta, Tania (con quien compartimos un desayuno al mediodía en Mar del Plata en el '91 que consistía en salamín picado grueso y whisky con hielo, y una versión que hicimos a duo, muy ad hoc, de Esta noche me emborracho); como decía, Tania encontró una partitura en el fondo de una caja. Ese papel amarillento llevaba escritas las notas de un tango que no había llegado al estribillo y que Discépolo había simplemente titulado Soy. Dispara todo tipo de imaginaciones el sólo pensar en lo que animaba al poeta en sus últimos días para comenzar una obra con tamaño título. Es así que Tania le entrega esta partitura a Horacio Ferrer quien, a su vez, se la da a Jairo para que éste complete la posible melodía del estribillo. Una vez establecido el tema musical, Ferrer escribe una letra en la que, tomando en cuenta aquel tango dictado desde el Hades, Discépolo nos habla nuevamente. Por diversas razones que están ligadas a extrañas leyes humanas, este tango no ha sido grabado por otros cantantes. Sin embargo, hace más de once años me tocó estrenarlo en el sótano del Café Tortoni y, sorteando algunos obstáculos, llegamos a grabarlo junto al pianista Juan Pablo Dobal y el guitarrista Hernán Ruiz en un CD que, misteriosamente, nunca llegó a hacerse público. Aquí, el tango Soy, de Enrique Santos Discépolo, Horacio Ferrer y Jairo, tango que tardó 50 años en terminarse.
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