domingo, 11 de diciembre de 2011

En el Día Nacional del Tango, pequeño homenaje.



Otro tango

Con el trago de ron aceitando
el reumático azul de su aliento
sale uno a ladrar tangos lerdos
aunque nadie festeje su bardo
Ronda un frío fatal y, en las bocas,
una suerte de adioses bailados;
en el salto mortal de sus pasos
hay un tanto de amor que se implora.

Nadie oye, la voz va por dentro,
ya no importa el que canta o si el aire
se ha mezclado en el místico baile
desatando del Tango el Misterio.

Sigue el hombre contando su herida
y la vista clavada en un sueño...,
la corbata raída y el tiempo
latigando en la luz amarilla.
No son muchos, apenas bastantes,
los que van abrazados y en celo,
si parece que fueran muñecos,
como dice el poeta, el cantante.

©Fabián Russo

jueves, 8 de diciembre de 2011

MOSAICOS PORTEÑOS: ACERCA DE LA NADA

MOSAICOS PORTEÑOS: ACERCA DE LA NADA: L a nada es ninguna cosa o la negación absoluta de las cosas. La nada es nada. Es el no ser o la carencia total de todo ser. La nada es ...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Bardo y Tango (del libro El tango cantado, Ediciones Corregidor, 2011)

"En el mundo del espectáculo siempre ha habido más exhibicionistas que artistas; sólo se debe decidir a qué grupo pertenecer.
 Quien no tiene sensibilidad compensa esa carencia recurriendo al grito, al gesto exagerado, a inmensos calderones, a la acrobacia vocal. Perdidos el tono y la melodía del habla porteña que abarcara las décadas de la primera mitad del Siglo XX, es preciso intentar explicar cómo se construye el fraseo en una Buenos Aires que actualmente habla de otro modo. Se podrá decir que este cambio en el habla habilita también una nueva manera de cantar un tango; y es exacto, pero en tanto el ritmo siga presente y, con él, el fraseo. Por otro lado, la ausencia de orquestas y la proliferación de pequeños ensambles de acompañamiento, complica el armado de un fraseo que diferencie la manera de cantar el tango de la balada. Tal vez, de este fenómeno se desprenda que haya tantos cantantes remedando cadencias e inflexiones con vestuario, actitud, gestos y ademanes que hoy parecen anacrónicos; o en el otro extremo, quienes creen modernizar, despojando de tensión rítmica a la canción. El presente es un momento de inflexión en el canto del Tango y, seguramente, será recordado así. Un momento de transición, eso que los tibetanos llaman bardo y los porteños, a su modo, también, en tanto se acentúa el carácter crítico, caótico, de esa transformación. Hay quienes cantan cerca del jazz buscando una voz más de garganta y quienes lo hacen de una manera netamente conservadora, con fuerte resonancia nasal, exagerado vibrato y todos los lugares comunes del género, pero con “raros peinados nuevos” o una supuesta informalidad que no esconde la falta de imaginación. Hay quienes prefieren cantar sin casi ninguna impostación, estresando al tracto vocal, en afán de presentarse auténtico o alejado del estilo más televisivo que, en general, es un flaco remedo de los grandes cantores de los ’40 y ’50; hay quienes descansan en un repertorio clásico y quienes están en permanente búsqueda de novedades aunque esas nuevas obras no se diferencien mucho de las que fueron surgiendo desde los años ’60 con Eladia Blázquez, Héctor Negro u Horacio Ferrer y Piazzolla, salvo excepciones que pueden provenir del rock o de la entraña más profunda del Tango. Y hay los cantautores, que nunca han sido mayoría en el corpus del canto del Tango, herederos del Cantor Nacional. Hasta los imitadores convencidos de su originalidad habitan este variado y colorido mundo canoro, toda una paradoja. La contradicción se hace notable cuando aquél que acaba de cantar baja del escenario y nos habla con una voz que no es aquella con la que interpretó la obra. ¿Será que estuvo haciendo un personaje? Bueno, siempre hay un personaje en juego: el del tango que se canta, no el del cantor. Quizá sea por eso que, de las artes que conforman al Tango, el canto sea la que menos se ha desarrollado, en contraposición a la música instrumental, la danza y la poesía. Sin embargo, a pesar de que el Tango se tiende a cantar como se habla, es posible pensar al canto del Tango desde una dimensión diferente, sin que la referencia del habla cotidiana sea la única variable: combinando el ritmo sintáctico con el ritmo musical.
A diferencia del canto en otros géneros del siglo XX, salvo el Jazz, el del Tango se basa en una improvisación rítmica en contrapunto con el acompañamiento. Dicha improvisación puede estar acotada, aunque no anulada, en el caso del canto con orquesta. De esa polirritmia resultante deviene un tipo de “tensión interna del ritmo” en la interpretación, a la que podríamos denominar canyengue, como lo consideraba Aníbal Troilo. ¿A qué tipo de improvisación nos referimos? El fraseo es la combinación que hace un cantor o una cantora, a su gusto y arte, entre los elementos rítmicos de la melodía y el ritmo sintáctico dispuesto en el texto a cantar."

Fabián Russo

martes, 6 de diciembre de 2011

de El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte (Bardo Thodol)

"Los bardos son oportunidades de liberación particularmente poderosas porque, como muestran las enseñanzas, hay momentos que son mucho más poderosos que otros y mucho más cargados de potencialidad, en los que todo cuanto uno hace tiene un efecto decisivo y de largo alcance. Yo me figuro un bardo como el momento en que se avanza hacia el borde del precipicio; un momento así, por ejemplo, ocurre cuando un maestro expone a un discípulo la naturaleza esencial, original e íntima de su propia mente. De estos momentos, no obstante, el mayor y el más cargado es el de la muerte.

Así pues, según el punto de vista del budismo tibetano, podemos dividir toda nuestra existencia en cuatro realidades continuamente entrelazadas: 1) la vida, 2) el morir y la muerte, 3) después de la muerte y 4) el renacimiento. Se las conoce como los cuatro bardos: 1) el bardo natural de esta vida, 2) el bardo doloroso del morir, 3) el bardo luminoso de dharmata y 4) el bardo kármico del devenir. Debido a la inmensidad y la exhaustividad de las enseñanzas del bardo, este libro se ha estructurado cuidadosamente. Será usted guiado etapa por etapa a medida que se va desplegando la visión del viaje por la vida y la muerte. Nuestra exploración empieza necesariamente con una reflexión directa sobre el significado de la muerte y las múltiples facetas de la verdad de la impermanencia: el tipo de reflexión que nos capacite para hacer un uso enriquecedor de esta vida cuando aún tenemos tiempo y nos permita morir sin tener que arrepentirnos ni reprocharnos el haber malgastado la vida. El célebre santo y poeta tibetano Milarepa lo expresó así: “Mi religión es vivir, y morir, sin remordimientos”.

La contemplación profunda del mensaje secreto de la impermanencia, lo que hay en realidad más allá de la impermanencia y la muerte, nos lleva directamente al corazón de las antiguas y profundas enseñanzas tibetanas: la introducción a la “naturaleza esencial de la mente”.

Comprender la naturaleza de la mente, lo que se podría llamar nuestra esencia íntima, esa verdad que todos buscamos, es la clave para comprender la vida y la muerte porque lo que ocurre en el momento de morir es que la mente ordinaria y sus conceptos ilusorios mueren, y en ese espacio que se abre se revela, ilimitada como el cielo, la naturaleza de nuestra mente. Esta naturaleza esencial de la mente es el telón de fondo de toda la vida y la muerte, como el cielo, que abarca a todo el universo en su abrazo.

Las enseñanzas dejan claro que, si todo lo que conocemos de la mente es ese aspecto de ella que se disuelve al morir, quedaremos sin tener ninguna idea de lo que sigue, ningún conocimiento de esta nueva dimensión de la realidad más profunda de la naturaleza de la mente. Así pues, es esencial que nos familiaricemos con la naturaleza de la mente cuando aún estamos vivos. Sólo entonces estaremos preparados cuando se revele espontánea y poderosamente en el instante de la muerte, podremos reconocerla, dicen las enseñanzas, “tan naturalmente como corre un niño hacia el regazo de su madre”, y, permaneciendo en ese estado, quedar finalmente liberados."

Sogyal Rimpoché

Domingo Federico - Dante Rossi - Charlemos - Tango

¡Cómo me hubiera gustado hacer este tango cuando canté con su orquesta, Maestro Fede!