Tango, conmigo vas derecho hacia la muerte,
de olvido estás donde no crece el alba.
Te corre un vino zurdo en la garganta
que es noche siempre si te canto, siempre.
Tango, como un destino que se sabe de repente,
beso emperrado que estalla en una esquina,
clavel alzado como un sol entre la gente,
la vida que es más justa si ilumina.
Vos, con tu carbón carmín y el aire atormentado,
vas, pura ilusión, amándote el pecado,
de pecho en pecho y de aire en aire,
con gancho de arrebato y al voleo
en todas partes te pide el cuerpo.
Tango, tu viejo encantamiento me marea,
¿qué negro alcohol te fue poniendo el cielo
tan cerca de la suerte y tan alerta
que le jugás a Dios todo su infierno?
Tango, en la terrible llamarada de tus sueños
mi corazón por vos pide cornisa
para que pongas ángeles sin miedo
que borren de aleteo mis caídas.
La que se vá valija adentro.
El que amanece sin laburo.
Un pibe duro a pegamento.
Aquel que pierde por boludo.
Otro que vive con lo puesto.
Y todo, todo adentro tuyo,
en tu quilombo, en tu misterio.
Tango, vení a contar mi soledad
que yo canto por vos.
©Fabián Russo
(del CD El bardo, 2005)
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