Cada vez que miramos para otro lado en las situaciones más simples y cotidianas como cada vez que un pibe nos pide una moneda o cada vez que un cana aprieta a un sin techo, se tiende el espacio para que la enfermedad argenta progrese –como desde hace siempre- profundizándose en nuestra identidad. Y hemos pasado por el pasado entre la crueldad conservadora y la represión de nuestras mejores inspiraciones. Las retenciones y lo reprimido como caras de la misma moneda que escasea en el bolsillo. Secuestrados en la desidia, permitimos que el rescate pedido, el chantaje (palabra que misteriosamente puede remitirnos al
corpus de lo chanta) se ejerce en desmedro de quienes quedan fuera del sistema y nos miran, cada vez más numerosos, con sus ojos de neblina. De nosotros a nosotros mismos. El retener conservador extiende sus fronteras y considera que esa “renta” les pertenece tal como todo lo que conserva. La locura es reprimir esta constante argentina, lo individualista, lo exiliado, me salvo yo, yo argentino. Desde Esteban Echeverría hasta Sebreli o Macedonio y Marechal, Borges, Charly, Martínez Estrada, son muchos, pensadores argentinos identificaron esta característica que Perón, lector astuto más que sabio, llevó a la acción primero como sanador aglutinante, sonrisa gardeliana para Borges, el miope, y años más tarde se alió con su contraparte de la que, tal vez, nunca se había alejado. Reprimir retenciones conservadoras desde una trinchera sólo las inflama y las anima a retener con más ahínco sus ganancias. Como si fuera una revolución sin armas pero al fin burda caricatura de aquella que intentó Allende. Ambas partes responden a los mismos amos y en medio, los que también somos, caemos como Charly hartos de nosotros mismos, hartos de saber que ser astutos y no sabios en el fondo no sólo es infantil sino poco práctico, de seguir sufriendo, hartos de la metonimia mediocre de nuestras vidas sosteniendo alguna justificación para que todo esto siga manteniéndose. Por otro lado, sea como fuere, un gobierno electo tiene la potestad de estatizar o distribuir la economía según se lo ha planteado. El chantaje no tiene ideología y esto le da poder en tanto controla el flujo de lo económico y de la argentinidad de manos sucias que vive lavándoselas; la forma nos habla del sentido, y ya conocemos históricamente a estos buitres. Caemos como chorlitos en el engaño que ambos contendientes han dispuesto. Llegará alguna vez el momento en que ya no haya que retener ni reprimir.
F.R.
SALITRAL (del CD Civilización, Los piojos)
COMO SI EL JUEGO FUERA CAMINAR
EN LA CORNISA SIN VER
E INEVITABLE FUERA JUGAR
RULETA RUSA EN TODO TIEMPO Y LUGAR...
Y LO QUE ESTARA BIEN SIEMPRE ESTARA MAL
CUANDO NO HAY CHANCE DE SER
MIEDO FEROZ A DEJAR DE HACER PIE
VOY POR FUERA
MIEDO FEROZ A NADAR
TUS PROMESAS SON ENGAÑOS
UN ESPEJISMO EN UN SALITRAL
NO LO DIGAS... ESTA CLARO
UN ESPEJISMO.. EL MAÑANA
CUANDO LAS PUERTAS NO ABREN JAMAS
Y SE DERRITE LA LUZ
CUANDO EL ATAJO SIEMPRE PUEDE MAS
VAMOS BEBIENDO
BEBIENDO DE UN SALITRAL
SIN CREER EN MAÑANA NO HAY HOY
Y QUE DOLOR NO CREER...
LOS QUE DECIDEN NO VIENEN DEL MAS ALLA
Y LA MISERIA... Y LA DESIDIA... ES MORTAL.
Andrés Ciro